domingo, 9 de enero de 2011

06 de enero de 2011

Ayer fuimos a varios lados en la noche. Jaja!, esa es una forma de decir, porque uno sale de noche a las 17 hrs. Fuimos de nuevo al mercado, por fin regatié duro y conseguí comprar barato. Antes habíamos parado en una tienda y nos dio por comprar ropa. Como me agarró la onda étnica y el Edo quería puro verme con pantalones lana, me compré unos guardapeos con los que terminé de parecer marsupial, aunque son super cómodos. El Edo también se compró unos pantalones super flopi para la playa.
Volviendo al mercado, lo que compré fue un colgante en forma de arbolito, que costaba 50 y compré en 24 kips. Tengo que terminar de investigar su significado, pero para mi es claramente el árbol de la vida. También me compré una carterita piola.
Luego nos fuimos a tomar café de nuevo y luego a otro café en el que iban a dar una película. Era bonito el lugar, quedaba en una zona de Luan Prabag que no habíamos conocido, lo que estuvo ok. En este café uno podía comprar, dejar y hacer trueque con libros... echamos una mirada pero no nos quedamos ahí, porque había toda una onda europea-intelectual que no es la nuestra.
Nos fuimos a Hives, un club superchoro en el que habían planificado un desfile de modas. Resultó ser que era un desfile de moda tradicional Lao, de las distintas etnias que acá habitan. Fue cuático ver pasar tanta historia con música electrónica de fondo, pero no deja de ser un concepto interesante a considerar.
Para variar yo sin cámara, deslumbrada por lo simple y armonioso de los cortes y lo colorido de la ornamentación de los vestuarios. Había de todo: pantalones, faldas, bermudas, minis, chaquetas, blusas, abrigos, polainas, todo hermosa y detallistamente bordado. Los sombreros eran una delicia.
Igual en lo que nos equivocamos fue en comprar una pizza de pesto y tomate. El pesto era de un pasto cualquiera, rarísimo, lo que era obvio ya que en esta parte del mundo no hay albahaca... bueno, igual disfrutamos del momento.
Después nos metimos a otro bar para turistas al pie del cerro, muy tropical, en el que la onda era parrillera (!). Yo me tomé una copa de vino de frutas de Laos, con gusto a jarabe para la tos, y pedimos de comer unos rollitos tipo arrollado primavera rellenos con dientes de dragón y lo que creemos eran fideos negros (...). Ahí estuvimos un poco paranoicos con los insectos y posibles alimañas que podrían bajar del cerro en la oscuridad de la noche, mientras sentíamos unos ruiditos como de beso mientras hablábamos de lo poco y nada que conocemos del budismo.
Hoy nos fuimos de paseo al museo de la ciudad, estuvo entretenido e informativo aunque yo andaba con un poco de resaca de la noche anterior. Mañana partiremos a Vietnam, en avión eso sí y menos mal. Ya nos vinimos a nuestro hotel pituco, en el que no hay TV pero hay una buena cama y buen olor.
Fuimos a buscar nuestras visas a la embajada, y confirmamos que éstas y nuestros pasaportes estaban ok. Nada que ver que estuviéramos dos días enteros sin documentos, ya que nunca supimos si eso era normal o no. El señor de la embajada igual era simpático y parecido al Tío Naldo. Nos daba fechas e insistía en mostrarnos un calendario que estaba en noviembre de 2010. Su-per-bien. Cuando el Edo se lo indicó, se cagó de la risa y nos también.
Cuando bajamos a almorzar nos dimos cuenta de que en nuestro antiguo guesthouse tenían una fiesta, hasta con música tradicional... quién sabe, tal vez celebraron que al fin nos fuimos. Carolina!, tan egocentrista...

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