miércoles, 12 de enero de 2011

09 de enero de 2011

Hoy fuimos a dar una vuelta al correo. Recorrimos caleta porque nadie nos decía bien donde cresta estaba, las tres mujeres a las que les preguntamos nos indicaban con un gesto como hacia adelante y pal lado, pero finalmente esa indicación no conducía a niuna parte. Lo bueno fue que entre tanta vuelta nos encontramos con una panadería que al parecer es famosa por sus bollos, que son una delicia: calentitos, medio dulces y crujientes por fuera y por dentro, rebosantes de mantequilla. El nombre de la panadería es Pappa Roti. Se puede encontrar también en Australia!!!
Llegamos al fin al correo y mandamos un par de cositas a Chile. Hicimos hora y nos fuimos al teatro a ver a las marionetas SOBRE el agua, no DE AGUA, como algún ignorante lo podría llegar a malentender (yo).
La música en vivo era tan maravillosamente típica que de nuevo me dio por llorar. Especialmente me gustó como suena el Dan Bau, que pese a tener una sola cuerda suena como una orquesta entera. Y verlo ser tocado es delicadísimo. Por ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=H_VXvd88OuQ
Las marionetas. Son bonitas, pero con pocos grados de libertad, ya que son manejadas desde abajo. No obstante, retratan aspectos típicos de la vida campesina en torno al cultivo del arroz y hacen referencia a historias y simbolismos propios que vale la pena ver. 
A la salida, compramos mi casco. Valía 180.000 dongs (equivalentes a 3 lucas y media masomenos), le dijimos al chiquillo que al lado lo vendían en 160 y el ofertó 150. Cerramos el trato con un apretón de manos y debo reconocer que él tenía la mano más áspera que he tocado.
Nos graduamos como cruzadores de calles. Lo logramos: tenemos un poco de la sangre fría del vietnamita. Entre los bollos y el correo entramos a tomar un segundo desayuno al Café Torres en Hanoi, pero en versión fish smell. La que nos atendió era pesá y nos vendió pan pelao.
Mientras hacíamos hora para ir al aeropuerto rumbo a Danang (para de ahí salir a Hoi An), el Edo se comunicó con algunos de sus compañeros melbourianos que ya andan por esos lares en un hotel en cuya referencia on line se hacía mención a un aspecto ratonístico que nos hizo desistir de acompañarles.
Para variar buscando otro café para tomar y comer algo rico, nos metimos a un sucuchito en el que nos dieron el té lipton más amargo y ácido, pero fue entretenido porque ahí sólo había gente local que nos miraba y no terminaba de entender qué mierda estábamos haciendo allí nosostros, si habían otros cafés para turistas. Había una viejita como tantas otras a la que he deseado abrazar y agarrar los cachetes, pero no lo hice.
He probado el té con aroma a jazmín y es como ponerse una inyección de flores en el cuerpo. No me compré las zapatillas porque eran demasiado falsas y por lo tanto, duras. Estoy toda picada de no sé qué bicho asiático.

Cuando llamé a mi familia, estas fueron las reacciones:
1.
- Mamá, estoy en Vietnam.
- Pero mijita, qué horror!
2.
- Papá, estoy en Vietnam.
- Chuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.... pero el Eduardito está bien?

En el aeropuerto nos compramos unas galletas secas, según el Edo eran de fideo, pero claramente eran de coco maduro rayado. Nunca había estado en tantos aeropuertos no tantas veces como he estado en estos 10 días.
El Edo acaba de descubrir que somos los únicos gringos en esta gate. Qué peculiar. A cada rato quiere que le lea lo que he escrito y se caga de la risa y encuentra que está obsesionado. Puede ser que lo esté un poco, pero su mayor rasgo obsesivo es el de revisar y preguntarme si sacó o no la tarjeta del cajero.

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