lunes, 31 de enero de 2011

Selección de fotos del sudeste:

Acá les dejo una selección de las fotos que más me gustan de este viaje. Sorry por las que están volteadas, pero el blog no me ofrece modo de arreglarlas.


































viernes, 28 de enero de 2011

25 de enero de 2011

Desayunamos y partimos a una calle que nos soplaron que era el epicentro comercial del matute. Era como Patronato, cientos de tiendas, carros y puestos con poleras, vestidos, lentes de sol, artesanías... era bastante barato y todos caímos en la tentación de la compra.
Tratamos de ir al Big Palace, pero como era un webeo lo de la ropa, abortamos misión y nos encaminamos hacia el templo en que se suponía está la imagen de Budha más impresionante de _Tailandia. Nos insolamos bastante en su busca y lo encontramos, impresionantemente grande y echado.
Corrimos de vuelta y al aeropuerto. Debo decir que no me gustó mucho Bangkok, aunque tal vez le daría una segunda oportunidad.


Se acabó el sudeste asiático. Termino este capítulo con:

Lo mejor:
Clase de cocina Thai, Chiang Mai, Tailandia.
Cafecito con pain au chocolat en Luang Prabang, Laos.
Koto Restaurante, Hanoi, Vietnam
Playa Maya, Phuket, Tailandia.

Lo más intenso:
Entrar al primer templo en Chiang Mai, Tailandia.
Feria en Chiang Mai, Tailandia.
Año nuevo en Chiang Mai, Tailandia.
Cruzar la frontera hacia Laos y viajar en bus a Luan Prabang.
Cuchi Tunel, Vietnam.

Lo peor:
Gente tirando pollos en Laos.
Ratas en cada ciudad y país.
Olor a alcantarilla en Karon.
Picaduras de zancudos en cada ciudad y país. 

24 de enero de 2011

Viajamos a Bangkok a medio día. La llegada fue un poco impactante igual, porque es una ciudad grande, irrecorrible en el único día que allí estaríamos. Tiene un río y una serie de canales entremedio, rodeados por callecitas pequeñas, oscuras, más bien sucias y atochadas. Al igual que en Hanoi, casi no existen las veredas, proque están absolutamente ocupadas con comercio callejero. Nuestro hotel es feo, pero suficiente.
Salimos a recorrer el barrio chino, que es una especie de Meiggs pero del porte de Santiago centro. LA RAJA. Yo lo quería todo, pero me porté bien y no compré casi nada, solamente un pescado de plástico dorado onda sorpresa de cumpleaños... cuando lo compré le pregunté a las vendedoras si era chocolate lo que venía dentro y cagadas de la risa me dijeron que sí... las pinzas!!! lo abrimos con el Edo y adentro venía una especie de gelatina café con olor indeterminado, que no nos atrevimos a degustar.
En la noche llegaron Wentz y la Nico, nos juntamos a una chela y a quebrarnos un poco la cabeza pensando en el final de las vacaciones y en nuestra condición de homeless.

23 de enenro de 2011

Hoy picineamos un rato y en realidad descansamos y ahorramos, pensando en que mañana nos vamos a Bangkok y que en realidad la playa ya estaba algo agotadora al final... vimos harta tele, acostaditos y a todo aire acondicionado.

22 de enero de 2011

Hoy nos juntamos y fuimos en la mañana a Kata, la playa que nos queda más cerca de las que nos gustaron. Estuvo piola, pero agotador. En la tarde, tuto, y en la noche, fuimos a cenar con el Edo comida india. Me encanta! Tengo como una fascinación con lo indio, con los hombres, las mujeres y la comida. Confieso que hasta me gustan las películas de Bollywood.

martes, 25 de enero de 2011

21 de enero de 2011

Ayer nos juntamos a almorzar con los chiquillos y decidimos irnos hoy de paseo. El Nico haría los trámites para arrendar un auto (la verdad es que él quería un jeep amarillo, descubierto) y nosotros nos encargaríamos del cocaví. Quedamos a cenar en la noche para ajustar los últimos detalles.
Durante la tarde nosotros nos quedamos encerrados. El Edo durmiendo y la Carolina trabajando en la bitácora, y respaldando fotos. Compramos de cocaví Coca-cola, agua, sanguche de queso, galletas y caramelos de plum.
Fuimos a cenar donde Mr. Good's Seafood. Con la Moni pedimos crabs, a los que dos noches antes amenacé con ir a comérmelos mirándolos fijamente a los ofos. Resultaron ser flacos, chicos y difíciles. Pero en fin. El Edo y el Nico se comieron sendos y picantes platos de "seafood", que incluían un montón de misterios marinos probablemente reciclados de otros platos -creo yo- pero estaban ricos.
Después nos fuimos a caminar a la costanera, quejándonos de lo poco fotografiable de la ciudad, pero nos obligamos a sacar fotos igual. La Moni y el Nico prendieron su globito de papel correspondiente y nos chantamos a tomar chela.
De vuelta, pasamos por La Calle De La Perdición, y como que no quiere la cosa, salió a discusión si entraríamos o no a ver el Ping Pong Show. No ofrecían entrar gratis y consumir, pero los copetes eran carísimos... ante nuestra negativa, el promotor nos cagó porque nos ofreció entrar a 300 bath con derecho a chela (5 lucas c/u), y como era realmente barato, no nos quedó otra sino decidir si entrar o no, ya que no era barrera barrera el precio. Nos pusieron contra la espada y la pared a mi y a la Moni, "que las mujeres decidan" dijeron los chiquillos y accedimos, aunque sin decirlo, ambas medias turulatas bajo el
compromiso de que si era horroroso nos íbamos al tiro.
No era horroroso, pero sí bastante denigrante y a ratos chistoso, lo que ayudaba a despegarse un poco de la connotación absolutamente sexual del espectáculo. Estuvimos sólo un rato y nos sentamos bien lejos del escenario, para evitar el impacto directo.
En el poco rato que estuvimos, vimos:
1. Cerbatana Show
2. Happy birthday Show
3. Fish Show
4. Ping pong Show
5. Banana Show
5. Bird Show
6. Hamster Show
7. Corneta Show
No pienso detallar nada. Lo dejo a la intrepretación/imaginación de cada cual. Nos fuimos con un poco de risa (nerviosa, de mi parte) y pensativos. Yo estaba bastante curiosa inicialmente, y al final quedé un poco triste por las condiciones laborales de las chiquillas.
Hoy los compañeros pasaron a buscarnos a las 9 al hotel, en un flamante toyota yaris sedán. Partimos al sur, de playa en playa. Karon - Kata - Nai Harn - Promthep Cape - Rawai beach. Todas era lendas, maravillosas, incluso Karon: conocimos una parte que no habíamos visto y era bacán. Fue un poco tragicómico el haber descubierto tan tarde que estábamos contiguos al paraíso, sin saberlo. En la última playa, había hartos peces, y pudimos hacer algo de snorkel.
Después fuimos a buscar un lugar para almorzar y encontramos una caleta en la que comimos su buen pescado. Rico. El Nico se empezó a sentir algo mal (stomach ache). Decidimos ir a lo del Big Budha, y parar un rato para que él pudiera descansar y ver si se mejoraba.
Llegamos a lo del Budha no sin antes darnos un par de vueltas locas, por calles ínfimas, perdidas y pobrísimas que no salen mencionadas en los mapas y menos en la Lonely Planet.
Vale la pena ver a Big, porque impacta su expresión y porque es realmente grande, cubierto de piezas de mármol que la misma gente va donando.  Hicimos una pequeña donación (un cuadradito de mármol de 10 x10 cms. en el que anotamos todos nuestros nombres aunque el Nico estaba durmiendo en el auto).
A la salida había un gong y cachamos cómo hacerlo sonar... un cabro chico lo estaba logrando sólo por frotación (mitch).
Intentamos los tres, la Moni, el Edo y yop, pero al Edo fue al único que le rsultó al tiro e intensamente. No voy a hacer ningún comentario.
Fuimos de vuelta a ver al Nico, que no había mejorado y tiraba pa'peor. Volvimos rapidito, lo dejamos en el hotel viendo lo del seguro para solicitar ayuda médica, nosotros quedaríamos al agüaite para partir rajados en el caso de que tuviéramos que acompañarlo al hospital. Finalmente el Nico fue solo al hospital, y lo que tenía era gastroenteritis. Con una inyección se recuperó.

20 de enero de 2011

Ayer nos juntamos con el Nico y la Moni a almorzar. Nos pusimos al día de las respectivas aventuras y luego, fuimos a playear. En la noche nos juntamos para ir de carrete a la calle que la noche anterior con el Edo habíamos cachado y que es medio una locura. Harta gente, muchos bares, estridencia en todo sentido, comercio de todo tipo, minas que ofrecen masajes, minos que parecen minas... la oferta es variadísima:
- Ping Pong show
- Blade show
- Fire show
- Chicken show
- Egg show
- Cat show
... y otros que no alcanzamos a imaginar y que siempre implican una escena vaginal bizarra. Estamos evaluando si entrar o no a alguno de estos espectáculos, pensando en que si no lo hacemos acá, no lo haremos en ninguna otra parte del mundo.
El Nico y el Edo están planificando arrendar un auto y partir más hacia el sur, en busca de playas menos masivas. Se escucha entretenido, veremos si resulta.
Ya quedan pocos días de vacaciones. El 24 partiremos a Bangkok y llegaremos a Melbourne el 25, a buscar casa y demás... cómo se vendrá la vida?
A todo esto, una de estas noches el Edo soñó que veía en la TV un documental en tailandés y que lo que alcanzaba a enteder (nótese, entendía algo) era que mis exageradísimas reacciones corporales se relacionaban con que yo estaba experimentando una "expasión de mis límites". La cagó!!!!!.
Me gusta mucho más esta forma de verlo, porque yo ya estaba psicoseándome con que había agarrado un bunyunyun.
También se me había olvidado comentar que me corté el pelo, igual, pero con más chasquilla. Me costó 5 luquitas. Me lo cortó Paem (lo escribo como suena), una señora tailandesa que sólo se valió de una tijera, una peineta, y la hizo cortísima. Yo le expliqué con mi inglés tan malo como el de ella y entre esto y el lenguaje universal de los gestos nos entendimos a la perfección. Me gustó como quedé.
Lo del teñido de pelo lo estoy evaluando, porque si me queda la cagá, no sé si voy a tener plata o forma de arreglarlo. Y con tanta cosa que me ha pasado, capacito que haga una reacción rara a la tintura y quede peleited.
El Edo se está aplicando con unas "notas al margen" con foco en temas específicos, le están quedando bacanes. Sumo a su lista de virtudes la del buen escribir... lendo!
Mi guacho llegó a la conclusión de que no está hallado en estas playas porque:
1. Esperaba que fueran paradisíacas y no lo son.
2. No tienen identidad propia, están hechas para turistas. En todos los destinos anteriores sentíamos absorver la cultura de cada lugar a cada paso. Acá nada, o casi nada, lo más típico es que te ofrecen a cada rato masajes ("jelou, tai masaaaaaaaat") y lo de los travestis.
A mi me pasa lo anterior, sumado a que encuentro que todo es menos brillante y más sucio de lo que creía.

19 de enero de 2011

Nuestro día en la playa de Karon no fue tan bueno, más que nada porque no nos sentíamos taaan a gusto como esperábamos, era medio caro y las condiciones del pueblo en sí no son las mejores. Hay olor a alcantarilla "fresca" cada dos metros.
Decidimos contratar un tour para ir a conocer las islas Phi Phi (léase "Pi-pi"), que es donde grabaron la película The Beach. Compramos cocaví para la ocasión y nos acostamos temprano.
Salimos tempranito en la mañana, a las 7.30 nos pasaron a buscar. El camino era en van y luego en lancha, demoraríamos en llegar a la isla como 4 horas, con paradas previas. Lo de la lancha (speed boat) merece mención especial, porque nos fuimos sentados adelante, en la punta, a todo sol... un poco porque queríamos y en parte porque nos aweonamos y subimos al último.
Partimos y no lo podíamos creer. A los 10 minutos de viaje figurábamos a puro salto, tipo Tagadá, por cada ola por la que pasábamos. Yo afirmada como gato, recuerdo haber estado más de una vez al menos a 30 centímetros del asiento con el azote subsiguiente. Igual íbamos cagados de la risa, gritándole garabatos en español al conductor y el guía (Boby) era más simpático que la chucha, nos incentivaba a meter bulla a cada pencazo o vuelta.
Nos aporreamos ene, la espalda y el poto. Cuando llevábamos una hora yo ya no me reía más, pero cuando vislumbramos el lugar al que estábamos llegando, se nos olvidó todo. Una playa realmente linda, maravillosa, arena blanca, agua transparente y tibia, rodeada de cerros de roca y naturaleza.
Después de 40 minutos en ese, que sí era un paraíso, lancha de nuevo, parando luego en un rato en un roquerío para fotografiar y después en una playita ínfima en la que era posible alimentar monos. Entretenido y bonito, aunque uno igual sentía un poco de culpa por estar interviniendo donde no se debe, y porque había gente que les daba maní!!!! Nosotros les dimos solamente fruta y era bacán porque la recibían todos indiferentes, pero con la manito, una manito demasiado parecida a la nuestra. Era como alimentar niños.
Luego hicimos otra parada para hacer snorkelling. Yo no lo había hecho en mi vida y el Edo tampoco, nos tiramos al agua y fue la raja. Hasta sacamos una fotos e hicimos un video bajo el agua... TUPENDO! Nadar entre peces es la zorra.
Después arrivamos a almorzar a la mismísima isla Phi Phi... no era la gran cosa en comparación con lo que ya habíamos visto, pero la comida estaba bastante buena.
Después llegamos a otra isla en la que se podía ya echar a descansar nuestros huesos en unas cómodas sillas de playa bajo quitasoles colorinches, mirar peces y nadar. Los del tour tenían fruta y soft drinks a disposición. Disfrutamos bastante. En lo de los pescados, a ambos nos mordisquearon un poquito, y se siente como un pellizcón pequeño, pero que da nervios.
Después cuando nos fuimos a nadar a la playa de al lado de repente sentí un roce en la espalda y luego,un fuerte ardor. Caché al tiro que pudo ser un agua viva, pero lo chistoso es que no pude acordarme de la palabra en español y le decía al Edo "Me picó una jelly fish!!!!!!!". El Edo dice que más que cara de pánico puse cara de "No puede ser la mala cuea".
Boby sugirió echarme limón y luego nos convidó una pomada que se llama Tiger Balm, que vendría siendo como Mentholatum (del que soy fan). Esto alivió algo el ardor, y aunque igual me duró todo el resto del día, decidí ignorarlo y seguir disfrutando.
En el viaje de vuelta, se armó conversa en la proa. Había una pareja de sudafricanos que parecían gringos y hablaban como ingleses, un griego que parecía latino y hablaba como italiano, tres jovencitas japonesas (o chinas?, no se sabe, se está investigando... el desafío es poder diferenciarlos al final del viaje) que eran blaaaaancas, pura risa y fotos y una pareja que creemos iraní, la mujer cubierta entera pero bien sociable y el hombre reservado pero más pilucho. El sudafricano dele con hablarme de que conocía Chile, pero yo le entendía una palabra de cada 20 (acento culiao), así que desistimos. El griego nos dio su e-mail, ofreciéndonos recomendar qué hacer y no hacer en su país cuando lleguemos pa´llá. Bastante interracial el viaje, no?
En la tarde noche, ya en Karon, fuimos a conocer Kata, la playa que sigue hacia el sur y que se veía más pirula y bonita por lo que cachamos de camino al tour. Nuestra idea era buscar allí un hotel para cambiarnos y terminar nuestras vacaciones allá si nos gustaba.
No encontramos espacio en los que nos parecían bien y eran accesibles para nuestro presupuesto, pero fue un buen paseo. Terminamos cenando en un restaurante indio, en el que había un mozo que hablaba bastante español (más o menos 10 palabras, que es todo un suceso por estos lados).
Finalmente pasamos tres noches en Karon y decidimos movernos a Patong, lugar en el que estaba el Nico y en el que encontramos hoteles a nuestro alcance. El que reservamos no es tan bonito por fuera, pero por dentro está piola, cómodo... le lleva piscina con bar, su par de restaurantes y deayuno buffet, que es lo que finalmente le interesa al viajero que quiere ahorrar en las demás comidas del día.
El mar acá es tranquilo, agua relativamete cristalina y arena suave. Sigue sin ser paradisíaca, but it worths it.

lunes, 17 de enero de 2011

16 de enero de 2011

LLegamos a Phuket y nos fue a buscar el dueño del guest house en que nos quedaríamos. Este es un inglés que hace más o menos cuatro años se vino a Karon de vacaciones, luego volvió a Uk y a los dos meses volvió, y luego se fue y a los dos meses volvió a volver y se dio cuenta de que mejor se quedaba por acá. Es un chiste escucharlo hablar en Tai.

El guest house no es una maravilla, pero tiene lo necesario. Salimos a recorrer en busca de un lugar para almorzar, wax for my legs y t-shirts para el Edo.

Almorzamos en un restaurante que nos recomendó el gringo, atendido por unos chiquillos tai de ojos travestísticamente pintarrajeados. La comida estaba wena-wena.

Qué les puedo decir de la depilación Tai. Qué podríamos anticipar en base a la experiencia? Depilan con cera fría, se ponen un buen poco en la mano y va poniéndola y sacándola de un tirón en pedazos chiquititos de piel. El proceso mismo de la extracción del vello en sí no es tan doloroso, pero sí lo es la presión que hacen sobre el cuerpo, que he descubierto que es la única y dolorosa forma en que se hacen las cosas relativas a la belleza y relax en Tailandia. Salí después de una hora mareada como pollo y decidida a hacerme el rebaje by myself.

Mientras yo estaba en lo de la depilación dama, el Edo estaba aburrido. Dice que fue a ver un par de poleras, que no comrpró. Se sentó, me esperó y se aburrió. Caminó y se aburrió. Fue a conocer la playa y llegó disapointed. El quería una cosa como Tulum, y esto es más bien como Viña, pero con la diferencia de que el agua es transparente y tibia. Fuimos a ver el atardecer y pensamos en qué hacer para incrementar la felicidad y acercarse más a lo que el Edo tenía en mente. Luego, fuimos al mercado y nos abastecimos de calzones, calzoncillos y calcetines nuevos de paquete y baratitos.

Luego, ducha y a carretear un poco. Después de pasearnos un buen rato, nos metimos a un restaurante pituco que se llama Bamboo. Primera cosa excelente: el tequila margarita sabe a tequila margarita. Tupendo! Fui por dos. Nos comimos unos aperitivos ricos y bonitos. Al final, pedimos unos cafés y venían con una rama de canela para revolverlos. Yo le pregunto a la chica que atendía que si era cinnamon, para confirmar, y de inmediato se puso toda chinchosa y comenzó a explicarnos larga y dificultosamente que ella era fan de un cartoon chino (catún chaini) que se llamaba algo así como iquosan, y que tenía un amigo samurai que se llamaba cinnamon... todo esto a lo lago de 30 minutos más o menos y mediando un tao-glish incomprensible, más un gran despliegue gestual. Nos dibujó los monos, nos actuó, nos explicó, nos trajo a otras chiquillas del restaurante para que nos explicaran... Ella se llama Keu (Keéu) y dice que es lo mismo que decir "Copa" en su idioma. Yo creo que se enamoró del Edo, porque no lo dejaba en paz.

Nos fuimos felices. Paramos a tomar unas chelas (4) y unos roncola (6) en el bar del hotel, mientras sapeábamos a unos gringos que estaban bastante entonados (uno de ellos hizo un streptease con barco pirata y cara pálida incluído) y luego rematamos con una conversa sobre la complejidad de las relaciones.
Yo le decía al Edo que me doy cuenta de que siempre llevo la interacción al plano personal, y que frente a eso, hay gente que arranca y otra que engancha. Estos últimos son los que me caen bien y con los que puedo armar algo.

Nos fuimos a acostar sólo porque llegaron los pacos y hubo que cerrar el boliche.

15-01-2011

Ah. Se me había olvidado comentar que en el Hotel de Madam Cuc mandamos alguna ropa a lavar, pero los underwears decidimos lavarnos nos. El detergente, puta que era jabonoso (radioactivamente). Para poder enjuagar de verdad, el Edo se tuvo que meter a la ducha con la ropa, lo que finalmente hizo de esta tarea algo sexy. En dos días la ropa no se secó y se puso percán. Estábamos acelerados rearmando maletas para partir al aeropuerto y no nos cabía nada más, menos aún con tal olorcito. Resultado: todos nuestros calzones, calzoncillos y calcetines a la basura. Nos quedamos con lo puesto. Un extraño acto de liberación.

El hotel en que pasamos la noche en Bangkok era a toda raja. Rico. La cama mullida, ducha con cortina, televisión, secador, agua y café gratis... CREMA PARA EL CUERPO! Esto es lujo asiático, o como dice la Nico, "calidad de vida".

Estamos esperando en el aeropuerto para partir rumbo a Phuket. Una vez allí nos quedaremos en una playa que se llama Karon. Dice el Edo que el taxi del aeropuerto al hotel costó 700 baths (20 dólares, 10 lucas), que es bastante caro para lo que hemos estado pagando por acá, pero que no está tan mal si consideramos que es "Karon". Asia tiene un efecto humirístico sobre el Edo, que lo hace estar 10 veces más gracioso y ocurrente que en el oeste (wá).

Mientras revisa su correo, me cuenta que el Franco dice que se ve que estoy más flaca en las fotos... qué maravilla, aunque yo creo que lo que pasa más bien es que en asia a uno se le ve con menor campo visual por lo de los ojos rasgados y por ello, con efecto slim.

14 de enero de 2011

Hoy fuimos de paseo a los túneles de Cuchi. La ida fue en lancha, y estuvo lindo el viaje. A medio camino nos dejaron salir afuera, de chela en mano. Iban dos australianos, uno de los cuales dele con meterme conversa, que yo era igual que su amiga, que también se llamaba Carolina, que también era chilena, que me quería sacar una foto para mostrársela. Igual fue entretenido porque no me quedó otra que lanzarme a hablar en inglés. Se hizo lo que se pudo.

En Cuchi, la resistencia fue dura y hubo un menor número de muertes comparativamente con otros sectores de Vietnam debido a que se las arreglaron para vivir la vida bajo tierra. Es impresionante lo que hicieron, gente de campo con una visión y sentido ingenieril superior.Construyeron alrededor de 10 kilómetros de túneles, con habitaciones para cocinar, dormir, enseñar a los niños, guardar cosas...

El Edo se metió a un escondite, camuflado. Había que introducirse en un hoyo en el que cabes justito, luego hay que encuclillarse y poner la tapa arriba, mientras los demás te ponen hojas encima. Desapareces totalmente. Había una muestra de trampas construidas por los vietnamitas para su protección. Eran violentísimas, diseñadas para atrapar y destrozar el cuerpo del enemigo. Había también un campo de tiro en que era posible comprar y disparar balas por dos dólares, incluso podías escoger el arma. Ninguno de nos lo hizo. gual esto era heavy porque durante todo el tour estuvimos con disparos de banda sonora, lo que me hacía encoger la guata. Vi también cómo se hace el papel de arroz (es como hacer panqueques) y cómo se separa el arroz de su cáscara.

Finalmente, el objetivo del paseo: hacer un trayecto de los túneles. Una experiencia asfixiante y claustrofóbica a cagar. Yo a la entrada ya quería huir, porque de verdad eran pequeños y a ratos, totalmente oscuros. Cada 30 metros había una salida, y con esa información más con la condición de que el Edo fuera adelante, me metí. Casi no cabía, tuve que caminar media en cuclillas y agachada, quedé toda rasmillada y salí a la primera posibilidad, pa la cagá. Me siguieron el Edo, Romo y la Bea. El Wentz y la Nico, que son todo terreno y aperradísimos hicieron el recorrido completo, de 120 metros. Se pasaron, los aplaudimos al salir.

Entre la vuelta y el aeropuerto, fuimos a almorzar y vitrinear un poquito y me encontré con unos audífonos y bolso de TV que son una maravilla y lo más lindo que me he compardo en la vida. Ahora estamos en el aeropuerto, esperando para partir a Bangkok (Tailandia) y de ahí a Phuket. PLA-YI-TA.

domingo, 16 de enero de 2011

12 de enero de 2011

Al día siguiente fuimos a desayunar fuera y recorrer lo que era recorrible, aunque Hue es nuestra ciudad de pasada no más. Fuimos a la ciudad "prohibida" (no "perdida" como dicen aquellos que traducen con la primera palabra que se les viene a la mente), que es una parte de Hue en la que está el palacio en que
habitó el emperador de la dinastía Nguyen y su corte hasta mil 1945.

En el viaje vimos hartos cementerios. La hitoria dice que murieron acá 10.000 personas, en su mayoría civiles, producto de la invasión norteamericana. En realidad los vietnamitas son un pueblo bastante sufrido y acosado, por los franceses (de los que fueron colonia), por los japoneses y por los gringos. Por esto, Ho Chi Minh es tan venerado. Él movilizó al pueblo para sacar de su país a estos invasores.

Volviendo al palacio... impresionante y nuevamente fotografiable cada centímetro. Antes de poder entrar nos pasearon 1 hora en tuk tuk cicletero, no motoquero. Estuvo entretenido aunque para mi no dejó de ser raro ser llevada y cargada por alguien mediando esfuerzo físico.

De vuelta fuimos a almorzar a Omar, un restaurante indio. Esta comida sí que me gustó mucho.

Nota del Edo: Los chiquillos conversaban que la gente de la Lonely Planet es harto pajera. La razón principal era que los datos que figuran en la guía sólo hacen referencia a un par de cuadras de cada ciudad, donde están los hoteles y todos los restaurantes recomendados. También creen que lo que hacen los encargados es sólo mirar el menu, la pinta y la onda de los bares y restaurantes para hacer sus comentarios.

Ahora estamos en el aeropuerto esperado vuelo a Ho Chi Minh, también conocida como Saigón, que nos han dicho que es el paraíso del matute. Hasta ahí vamos con los cabros, porque luego ellos siguen hacia Cambodia, a Angkor Wat, destino que nos vamos a saltar, ya que con el Edo dijimos "Al diablo!" y nos vamos derechito a playear a Tailandia. MERECIDO.
...

Llegamos al aeropuerto de Saigón y la mochila del Edo salió al último y con olor a pescao. Al parecer una de las cajas chocopanderas con comida de alguien, chorreó. Qué paja.

Bueno. Antes de subir al avión, durante y después, la Bea había agarrado un pretendiente vietnamita que la miraba de manera persistente y sistemática. A la bajada del avión el mino le hizo un conejito con la mano y asintió, con coquetería. Super freak.

Llegamos al dichoso hotel de Madam Cuc, que resultó ser una imperialista del turismo. Por super poca plata, te ofrece alojamiento, transporte, tours, y en realidad lo que quieras o necesites.

Lo bueno: desayuno y cena al gratín.
Lo malo: Subir a una habitación en el sexto piso, sin escalera.

Al menos las mochilas las subieron por medio de un moderno mecanismo de gancho, piola y polea. La habitación que nos tocó era chica, pero hiper armada para la ventilación... menos mal, porque el clima acá es demencialmente húmedo.

En la noche salimos a tomar unas chelas. El barrio en que nos quedamos es como bellavista-suecia, tiene una onda que te hace sentir medio inseguro (mucha prostitución), pero bueno, no pasa nada si uno anda con los concuidados.Lo pasamos bien, tomé un tequila sunrise sin gusto a nada y luego me tomé otro. Cero efecto. Descubrimos que en Vienam los fuertes que te venden son de producción propia, y tienen un dejo final que huele a rayos.

Al día siguiente fuimos de paseo en la mañana, fuimos al mercado, la feria callejera, a algo así como la Moneda y finiquitamos en el muse de la guerra. Entre medio almorzamos en un café en el que atendían como el hoyo. Lo que salvó el mal rato fue el Edo diciendo que el viejo que estaba sin polera y con dockers estaba en tenida semiformal.

Caminamos más que Kung Fu. Los chiquillos le dan firme a la caminata, pero sin descanso po. Yo estaba super cansada pero le dí no más, sin conversar mucho para reservar energía.

El museo de la guerra. Fue una cachetada con vuelo. En la primera sala en la que entré, en la mitad ya sentía flaquear las piernas... testimonios fotográficos del antes, durante y después de la guerra, sin anestesia. Menos mal las fotos eran en blanco y negro y algo borrosas, porque el nivel de hiperrealidad al que te trasnportaban era abismante. Muchas de esas fotos me hicieron pensar en Chile, el dolor encarnado en la cara de las madres con hijos muertos o desaparecidos.

Cifras escandalosas: 3 millones de muertos. Qué pensarán los vietnamitas frente a un turista estadounidense? Qué pénsará un gringo viendo a su compatriota agarrando un pedazo de cuerpo vietnamita destartalado como si fuera un trapo?

Me afectó física y espiritualmente. Tuve que salir un momento, pero volví  terminé el recorrido. A la salida eso sí, necesitaba un rato sin el grupo, sólo con el Edo. Eso hicimos, nos reconfortamos con un cafecito, descansamos un poco y más tarde nos encontramos con los chiquillos a tomar un copete, yo ya de mejor disposición.

La Bea no fue porque estaba medio afectada de la amígdala. Fuimos en taxi a un bar, que se llama Acoustic, pero no nos quedamos ahí porque estaba repleto y la banda que tocaba era de unos viejos gringos con onda rokera pop indefinida.

Buscando otro lugar encontramos un café en el que entre penumbras se veía a un gordito nativo cantando karaoke. Afuera una mujer entera curvilínea y de gala nos invitó a pasar. Nosotros dudábamos porque andábamos vestidos al lotijuai, pero finalmente, le dimos. Fue lejos, lejos, la experiencia más bizarra que he vivido por estos lares.

1° Nos sirvieron chela con hielo. Cada vez que el mozo te rellenaba el vaso, aprovechaba de darte hielo adicional.
2° La onda era hueca, pero de verdad.
3° No vendían nada más que café, bebidas y cervezas. Nada para el mastique, excepto yoghurt y fruta.
4° Deicidimos que el Edo cantaría y lo hizo. Eligió "Dos Gardenias", pero el que estaba al órgano (era con música en vivo, pos oye) y le puso ritmo de balada. El Edo improvisó y le salió el despipe. Fue uno de los que recibió más flores y aplausos en la noche. Le habían sugerido que cantara El Cóndor Pasa, pero no nos pareció.

Me encantó, porque la gente fue super hospitalaria, amistosa y buena onda. De repente, demasiado: por ejemplo, a la llegada un gordito invitaba a Romo insistentemente a tomar chela de su vaso. El mismo dueño del local nos pregutó quénos parecía, si estaba todo bien. Teníamos el local entero revolucionado y en un momento pensamos que no nos iban a dejar ir.

En la mesa de al lado había un viejo que parecía estar de pijama que era un payaso absoluto (tipo Cuchara). Tras la interpretación brillante de una de las chiquillas este ridículo se puso de pie, se dio vuelta hacia el público con dos franjas de servilleta bajo los ojos, e hizo como que lloraba (como mono animado chino). Nos cagamos de la risa.

Salimos de ahí felices, entusiasmados y con mucho que contar.

11 de enero de 2011

En la mañana había un poco de caña.

Nos levantamos y fuimos camino a buscar mis zapatos donde Chung. En el hotel prestaban bici, así que le dimos. No estaban listos los zapatos, y tras varios "5 minutos", mejor decidimos volver tipo 12.

Se me había olvidado comentar que en todos los pueblos en los que hemos estado la gente trata con mucho cariño a las guaguas, más que a los niños, con los que son más duros.

Ahora vamos rumbo a Hue, que se supone que es una ciudad que es como espiritual. Estamos viajando en bus, y estos weones manejan tocando la bocina igual que los de las motos.

Que más. Cuando hay matrimonios lo que hacen es que enchulan la entreda de la casa o el negocio, con carpas, cintas y flores y listo, adentro baquete para todos. Hoy habían hartos matrimonios en la ciudad, Romo preguntó y le contaron que es porque la conjunción de la luna  hace que esta sea una buena fecha, de suerte.

Frente a cada casa, o frente a la mayoría, está la bandera roja con estrella amarilla. Junto con ella, o sin ella, suelen poner un puñado de varitas de incienso en cada lugar. Acá no escupen tanto o tan vehementemente como en Laos, pero tocan más la bocina.

LLegamos a un Hue más bien frío y garuoso. No me esperaba que fuera tan citadino, de verdad. Es como cualquier calle entre Mc Iver y Santa Rosa, pero más amplia. Nuevamente harto comercio y harta moto, pero con más semáforos.

Fuimos a comer algo donde el Señor Cu, quien era un fotógrafo del alma. Entonces, mientras comíamos y después, miramos muchas lindas fotos con escenas de personas y lugares. La comida no era buena en verdad. El señor Cu debiera dedicarse a la fotografía mejor.

En la noche me apliqué pasando al limpio algunas notas y revisando correos.

10 de enero de 2011

Anoche llegamos a Danang y estaba nuestro taxi para partir a Hoi An. Al llegar al hotel fue  un poco raro porque el tipo de la recepción era como acelerado, nos pedía insistentemente firmar un papel todo arrugado y quedarse con nuestros pasaportes. Se los dejamos con dolor de guata, el Edo no durmió nada pensando en que todo había sido un montaje. Yo también lo pensé, pero igual dormí a pata suelta en la mejor habitación en la que hemos estado en estas vacaciones. Y en la mañana había desayuno buffet. Mejor!!!

Ahora está el Edo en Skype hablando con su familia y más rato nos vamos a encontrar con Romo y Wenz. Quiero fumar pero estoy sin encendedor. Puta!.

El hotel está lejos, pero vale la pena. Caminando por la ciudad fuimos viendo cómo es Hoi An, puro, puro comercio!...Y qué venden? Ropa y zapatos, principalmente, HECHOS A LA MEDIDA.

Yo ví un par de abrigos y ropitas que me gustaron, pero de lo que me enamoré fue de unos zapatos tipo bruja, de miles de colores.

Atravesamos el río y nos tomamos un tecito mientras esperábamos. En realidad el Edo no tomó té, sino un café amarguísimo. Mientras se fue a buscar a sus compañeros, yo me quedé sola en el café, y la vietnamita que atendía se me instaló a meter conversa. Me preguntó de donde era, que si el Edo era mi marido, que cuanto tiempo estábamos casados, que si teníamos hijos, heavy. Yo le di todas las explicaciones que me pidió y más. Era sociable, divertida y muy tocona, lo que me llamó la atención. Debe ser que es de una ciudad costera.

Ya. No encontramos a los estos y fuimos en su busca. Cachamos el puente japonés y resulta que nos querían cobrar por pasar, cuando el Edo ya había pasado gratis minutos antes. Filo. El Edo se acordó de que no había confirmado la juntá y se metió a un cyber café en el que justamente se encontró con los cabros. Partimos los cuatro cminando con rumbo incierto, luego nos sentamos a tomar café y a ponernos al día de las travesías y peripecias respectivas. Luego volvimos a pasear, con el Edo nos metimos a sapear una feria y nos pedimos. Entregados, nos dedicamos a recorrer y a ver lo lindo que es este pueblo. Encontramos unas poleras chorísimas y nos las pusimos al tiro.

Después fuimos a almorzar al Mermaid, y nos volvimos a encontrar con los chiquillos y esta vez con las chiquillas también (la Nico y la Bea). La Nico es la señora de Wenz y la Bea es una chilena con pasaporte alemán o una alemana con pasaporte chileno, no lo tengo muy claro, pero sé que anda viajando hace 5 meses por el mundo. Muy simpática, muy liviana.

Los del grupo quisieron ir a la playa, arrendamos unas bicis y partimos. La verdad es que yo estaba media apanicada con la idea porque típico que ando en bici y quedo toda moreteada. Pero en fin, le di no más y estuvo entretenido, uno en este tipo de situaciones ve cosas que de otra forma nica. Nos adentramos un poquito más en cómo vive la gente, en los cultivos de arroz y hasta en un cementerio, dentro del que andaban pastando unos búfalos (!). Fue entretenido, vuelvo a decir. No logramos encontrar el camino a la playa, y ya que estaba cayendo la noche, tuvimos que volver.

Mientras los demás hacían una parada, con el Edo nos fuimos al pueblo a hacer más hora y seguir conociendo. Yo me había entusiasmado con lo de los zapatos, así que fui por ello, y me mandé a hacer unos, miércale. Es loca la cuestión, porque te miden la pata pelá entera y como me recomendó sabiamente el Edo hasta pedí que les pusieran por dentro los 0,6 mm que me faltan de la pierna derecha para paliar mi cojera.

Luego vimos un maniquí con una chaqueta piola pal edo, lo convencí de probársela y le quedó perfecta, así que se la regalé. Después nos encaminamos hacia "Mango", restaurante en el que nos encontraríamos con los demás. Resulta que era super bonito, de muchas mezclas, paredes turquesa, muebles en azul y rojo y música en español y portugués. De hecho, tocaron Buena Vista y confirmamos ser los protagonistas de esta película.

Nos dieron de bienvenida una especie de papas fritas que no eran papas, con un pebre que no era de tomate, sino de mango y otras hierbitas un poco picantes. Delicioso. Lo único malo fue que los precios estaban en dólares, entonces nos iba a salir un poco caro, o sea, como en Chile. Nos tomamos unas chelas y nos comimos un  par de cuestiones picantes, pero ok.

Al llegar los demás, los pusimos al tanto de los precios y nos cambiamos a un bar de al lado, que tenía terraza. Esta noche nos tomamos sus buenos ron, que no estaban buenos, pero salvaron.

miércoles, 12 de enero de 2011

09 de enero de 2011

Hoy fuimos a dar una vuelta al correo. Recorrimos caleta porque nadie nos decía bien donde cresta estaba, las tres mujeres a las que les preguntamos nos indicaban con un gesto como hacia adelante y pal lado, pero finalmente esa indicación no conducía a niuna parte. Lo bueno fue que entre tanta vuelta nos encontramos con una panadería que al parecer es famosa por sus bollos, que son una delicia: calentitos, medio dulces y crujientes por fuera y por dentro, rebosantes de mantequilla. El nombre de la panadería es Pappa Roti. Se puede encontrar también en Australia!!!
Llegamos al fin al correo y mandamos un par de cositas a Chile. Hicimos hora y nos fuimos al teatro a ver a las marionetas SOBRE el agua, no DE AGUA, como algún ignorante lo podría llegar a malentender (yo).
La música en vivo era tan maravillosamente típica que de nuevo me dio por llorar. Especialmente me gustó como suena el Dan Bau, que pese a tener una sola cuerda suena como una orquesta entera. Y verlo ser tocado es delicadísimo. Por ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=H_VXvd88OuQ
Las marionetas. Son bonitas, pero con pocos grados de libertad, ya que son manejadas desde abajo. No obstante, retratan aspectos típicos de la vida campesina en torno al cultivo del arroz y hacen referencia a historias y simbolismos propios que vale la pena ver. 
A la salida, compramos mi casco. Valía 180.000 dongs (equivalentes a 3 lucas y media masomenos), le dijimos al chiquillo que al lado lo vendían en 160 y el ofertó 150. Cerramos el trato con un apretón de manos y debo reconocer que él tenía la mano más áspera que he tocado.
Nos graduamos como cruzadores de calles. Lo logramos: tenemos un poco de la sangre fría del vietnamita. Entre los bollos y el correo entramos a tomar un segundo desayuno al Café Torres en Hanoi, pero en versión fish smell. La que nos atendió era pesá y nos vendió pan pelao.
Mientras hacíamos hora para ir al aeropuerto rumbo a Danang (para de ahí salir a Hoi An), el Edo se comunicó con algunos de sus compañeros melbourianos que ya andan por esos lares en un hotel en cuya referencia on line se hacía mención a un aspecto ratonístico que nos hizo desistir de acompañarles.
Para variar buscando otro café para tomar y comer algo rico, nos metimos a un sucuchito en el que nos dieron el té lipton más amargo y ácido, pero fue entretenido porque ahí sólo había gente local que nos miraba y no terminaba de entender qué mierda estábamos haciendo allí nosostros, si habían otros cafés para turistas. Había una viejita como tantas otras a la que he deseado abrazar y agarrar los cachetes, pero no lo hice.
He probado el té con aroma a jazmín y es como ponerse una inyección de flores en el cuerpo. No me compré las zapatillas porque eran demasiado falsas y por lo tanto, duras. Estoy toda picada de no sé qué bicho asiático.

Cuando llamé a mi familia, estas fueron las reacciones:
1.
- Mamá, estoy en Vietnam.
- Pero mijita, qué horror!
2.
- Papá, estoy en Vietnam.
- Chuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu.... pero el Eduardito está bien?

En el aeropuerto nos compramos unas galletas secas, según el Edo eran de fideo, pero claramente eran de coco maduro rayado. Nunca había estado en tantos aeropuertos no tantas veces como he estado en estos 10 días.
El Edo acaba de descubrir que somos los únicos gringos en esta gate. Qué peculiar. A cada rato quiere que le lea lo que he escrito y se caga de la risa y encuentra que está obsesionado. Puede ser que lo esté un poco, pero su mayor rasgo obsesivo es el de revisar y preguntarme si sacó o no la tarjeta del cajero.

08 de enero de 2011

Anoche salimos un rato por un par de cuadras y quedé pasmada con esta ciudad. Algo me hace
amarla profundamente y a la vez sentir en ella una angustia atroz. Llegamos a nuestro hotel,
baratísimo, con gente sonriente y joven que te agarra firme pal webeo con poco sentido de
límites. Aunque desconfiamos de todo, igual acá uno siente que existe cierta complicidad
con el turista que si la cachas bien, te facilita la vida.

Encontramos una papelería ma-ra-vi-llo-sa y un restaurante de lo más chic. Nos tomamos un
café y comimos unos postres deliciosos. El café acá tiene un olorcito a chocolate que lo hace
medio dulzón y algo adictivo.

Hoy salimos de paseo por nuestra propia cuenta, porque el tour que quisimos tomar no estaba
disponible. Tomamos un taxi según las indicaciones y previsiones de nuestra anfitriona y
fuimos al mausoleo de Ho Chi Minh y al museo correspondiente.

La cagó. Toda una serie de normas y revisiones para entrar y no sabíamos por qué hasta que
entramos al mausoleo y vimos al Mismísimo, encapsulado en un féretro de vidrio. Es
sobrecogedor, se le ve íntegro y plácido. Hay que entrar sin cámara y de manos a los lados.
No sabemos qué es esto, vamos a averiguar.

http://es.wikipedia.org/wiki/H%E1%BB%93_Ch%C3%AD_Minh

Luego nos encaminamos al museo histórico que es de una modernidad excentricidad setentera
impresionante, lleno de alegorías y arte sobrecargado. Interesantísimo. Salimos y fuimos a la universidad más antigua de Vietnam (1000 años). El camino era brutal, por los cruces... la verdad es que cruzar una avenida es un desafío al temple y a la capacidad de reacción. Logramos llegar y bueno, era muy bonito. Impresionante y fotográfico todo lo que vimos allí. Al fondo estaba Confucio, quien inspiró el concepto
mismo de la obra.

Al salir nos fuimos a Koto, un restaurante recomendado en la Lonely Planet. Ahí nos enteramos que cuenta con valor agregado, al ser escuela parea chiquillos en riesgo social, quienes allí aprenden un oficio y ganan sus monedas. La comida era espectacular, rica, y filo, nos atrevimos a a comer verduras frescas no más, cosa que no habíamos hecho en todo el trayecto hasta ahora. Valió la pena el riesgo aunque ya estoy con churrete, aunque un poco no más.

Nos volvimos al hotel y pasamos a comprar tickets para el show de water puppets que parece
ser uno de los espectáculos más tradicionales y propios de esta nación. Aprovechamos de
consultar el valor de los cascos que obviamente nos vamos a comprar (chorísimos) y el Edo se
matriculó con su gorrita guevarística que lo hace sentir todo un revolucionario.

En la tardecita nos fuimos de shopping, principalmente por el frío. Yo me compré imitaciones
north face de un polerón polar y un cortavientos pulento, naranjo radiante. Sumamos a la onda
"fake" una mochila de la misma marca que trabajará como mi bolso de mano. El Edo se compró
calcentines. Mañana nos falta sólo ir por mi casco, la voy a romper!!! J. Me entró la
onda consumo y me dieron ganas de comprarme zapatillas.... veremos.

Ahora estamos de vuelta en el hotel y al fin nos pudimos conectar con mi pc a una red de
internet... me gusta Hanoi!!!

Es realmente impresionante lo que se puede cargar sobre los hombros, la cabeza, en una bici o en una moto. Una casa o un negocio entero. Cuál será el sentido último de estos sombreros cónicos?

Igual hace más frío que la mierda. Había unos paseos maravillosos que no hicimos por esta razón. Hoy vitrineamos un crucero pirulísimo (sólo por cachar) en cuya publicidad aparecía nada más y nada menos que una botella de 120 tres medallas varietal coronando una mesa de lujo. Tanto acá como en Laos abundan en las cartas los vinos chilenos.... qué orgullo!

Quisiera saber quién vivió y vive en la periferia de la ciudad, en la que se ve esta arquitectura cincuentera que no está para nada incorporada en el inconciente colectivo de Hanoi. En esta parte , la ciudad pareciera estar deshabitada, los edificios están casi completamente apagados, excepto por el primer piso. La gente hace la vida en el primer piso y afuera, en la calle. Dice el Edo que eso se conserva de la tradición antigua.

Continuación y cierre del 07 de enero...

Bueno, lo del corte de pelo ya pasó y resultó que quedó bastante bien. El Edo dijo que le gustó y que vendría a cortarse siempre acá. De ser así, lo acompañaré.
Ahora estamos en el aeropuerto esperado el avión que nos llevará a Hanoi. El lugar es bien humilde y básico, pero cómodo al fin y al cabo. Ya terminamos de traspasar esta primera parte de la bitácora al PC, ahora estoy agregando unas notas y bueno, nos vamos a encontrar al llegar.
...

Welcome to Hanoi!!!!

Primera vez que la trastienda de una ciudad me gusta tanto. La arquitectura es delineada y fina, como dibujada con pluma. Hay una influencia francesa sin duda, en los detalles y terminaciones. Los edificios son flacos, flacos, llenos de fruslerías, medios arcos y las ventanas con muchas divisiones. Los balcones rebosantes.  Rayé de verdad con la línea general y detalles de cada edificio. Es realmente bonito.
Nos habían dicho que acá era caótico y la verdad, lo es. Desde el aeropuerto a la ciudad es lejos y uno ve rápidamente que el tema del transporte es un problema. Está lleno de motos e independientemente de sus dimensiones,cada vehículo toma la ruta que le place, sólo bocineando para conseguirla.
En el camino vimos unos motoristas que llevaban atrás unas jaulas grandes, ambos miramos con detención a ver qué llevaban en ellas y casi morimos al ver que eran muchos, muchos perros puestos para todos lados, amontnadísimos. Imposible describir lo que cada cual imaginó con esta escena. Yo puedo decir que que decidí inmediatamente hacer un menú vegetariano o marino mientras dure mi estadía en esta ciudad.

Bueno, se supone que hay que desconfiar por acá porque hay más tendencia al engrupe y al cuento, tal como en Chile, creemos.

El  centro de la ciudad es un desbarajuste total, repleto de motos, autos, bicicletas, comercio, gente, dentro y fuera de cada edificio... una locura ruidosa de bocinazos, comida, humo, mascarillas, y convive en cada centímetro lo nuevo y lo antiguo de una manera que no había visto nunca.

Cada esquina es un riesgo real. La única forma de cruzar la calle es tirarse apenas veas un espacio. Nosotros, los western, corremos, ellos van lento, asumiendo que cada cual hará lo suyo. Es violentísimo y a la vez, armonioso.

domingo, 9 de enero de 2011

07 de enero de 2011

Hoy nos vamos a Hanoi, Vietnam. Pasamos una muy buena noche en el hotel, aunque nunca nos funcionó el wifi y tampoco teníamos tele. Dormimos demasiado tras Luan Prolong (j). Edo fue toda la mañana a hacer trámites de la U, después de tomar nuestro desayuno, que de verdad fue VIP.
Yo me devolví al hotel a escfribir la bitácora en el pc tal como va hasta ahora, con la idea de subirla pronto a un blog. Fuimos a almorzar y sacamos muchas fotos de detalles que nos han gustado para refrescar la memoria en el futuro. En este momento, el Edo se está cortando el pelo (40 mil kip la gracia). Veremos cómo queda.

06 de enero de 2011

Ayer fuimos a varios lados en la noche. Jaja!, esa es una forma de decir, porque uno sale de noche a las 17 hrs. Fuimos de nuevo al mercado, por fin regatié duro y conseguí comprar barato. Antes habíamos parado en una tienda y nos dio por comprar ropa. Como me agarró la onda étnica y el Edo quería puro verme con pantalones lana, me compré unos guardapeos con los que terminé de parecer marsupial, aunque son super cómodos. El Edo también se compró unos pantalones super flopi para la playa.
Volviendo al mercado, lo que compré fue un colgante en forma de arbolito, que costaba 50 y compré en 24 kips. Tengo que terminar de investigar su significado, pero para mi es claramente el árbol de la vida. También me compré una carterita piola.
Luego nos fuimos a tomar café de nuevo y luego a otro café en el que iban a dar una película. Era bonito el lugar, quedaba en una zona de Luan Prabag que no habíamos conocido, lo que estuvo ok. En este café uno podía comprar, dejar y hacer trueque con libros... echamos una mirada pero no nos quedamos ahí, porque había toda una onda europea-intelectual que no es la nuestra.
Nos fuimos a Hives, un club superchoro en el que habían planificado un desfile de modas. Resultó ser que era un desfile de moda tradicional Lao, de las distintas etnias que acá habitan. Fue cuático ver pasar tanta historia con música electrónica de fondo, pero no deja de ser un concepto interesante a considerar.
Para variar yo sin cámara, deslumbrada por lo simple y armonioso de los cortes y lo colorido de la ornamentación de los vestuarios. Había de todo: pantalones, faldas, bermudas, minis, chaquetas, blusas, abrigos, polainas, todo hermosa y detallistamente bordado. Los sombreros eran una delicia.
Igual en lo que nos equivocamos fue en comprar una pizza de pesto y tomate. El pesto era de un pasto cualquiera, rarísimo, lo que era obvio ya que en esta parte del mundo no hay albahaca... bueno, igual disfrutamos del momento.
Después nos metimos a otro bar para turistas al pie del cerro, muy tropical, en el que la onda era parrillera (!). Yo me tomé una copa de vino de frutas de Laos, con gusto a jarabe para la tos, y pedimos de comer unos rollitos tipo arrollado primavera rellenos con dientes de dragón y lo que creemos eran fideos negros (...). Ahí estuvimos un poco paranoicos con los insectos y posibles alimañas que podrían bajar del cerro en la oscuridad de la noche, mientras sentíamos unos ruiditos como de beso mientras hablábamos de lo poco y nada que conocemos del budismo.
Hoy nos fuimos de paseo al museo de la ciudad, estuvo entretenido e informativo aunque yo andaba con un poco de resaca de la noche anterior. Mañana partiremos a Vietnam, en avión eso sí y menos mal. Ya nos vinimos a nuestro hotel pituco, en el que no hay TV pero hay una buena cama y buen olor.
Fuimos a buscar nuestras visas a la embajada, y confirmamos que éstas y nuestros pasaportes estaban ok. Nada que ver que estuviéramos dos días enteros sin documentos, ya que nunca supimos si eso era normal o no. El señor de la embajada igual era simpático y parecido al Tío Naldo. Nos daba fechas e insistía en mostrarnos un calendario que estaba en noviembre de 2010. Su-per-bien. Cuando el Edo se lo indicó, se cagó de la risa y nos también.
Cuando bajamos a almorzar nos dimos cuenta de que en nuestro antiguo guesthouse tenían una fiesta, hasta con música tradicional... quién sabe, tal vez celebraron que al fin nos fuimos. Carolina!, tan egocentrista...

05 de enero de 2011

El momento del día que más me gusta, lejos, es el desayuno. El café de Laos merece una mención honrosa: es dulce, grueso, fuerte y reponedor. El pan, lo sirven calientito y crujiente. Es poco exótico esto que describo, pero por lo mismo, más familiar y grato.
Hoy fuimos de paseo, compramos los tickets para Vietnam y decidimos pasar nuestra última noche en Laos en un hotel mejor, con vista al Mekong. Me parece estupendo. Vimos la habitación y era limpia, perfumada, iluminada, ventilada. Quiero que sea mañana. Lo otro bueno es que por fin pudimos enchufar mi netbook y conectarnos a internet. Nos comunicamos, pagamos cuentas, y es heavy la sensación, porque me meto en onda computador y altiro adquiero un ritmo distinto, acelerado. Trabajé un poquito en una pedida de HK y no me costó tanto.
Fuimos a almorzar Laap, que es un plato típico de la zona que nos recomendó un gringo, que luego cachamos medio pederasta. Era rico, pero demasiado fuerte y cítrico para mí (el plato). Pedimos un tercero de otra cosa y lo sirvió Frida Kahlo en persona. He visto un par de escenas acá y en Tailandia que me hicieron pensar en prostitución y pedofilia. Pasa piola, pero uno desconfía de lo que ve y le duele la guata.
Por otra parte, yo me he dado cuenta de mis prejuicios contra los orientales y su comida. Desconfio bastante de lo que me sirven, de cómo lo hicieron, con qué, de la higiene, sobretodo porque los gatos y otros animales conviven entre mesas y cocinas de los restaurantes. El otro día vi a un gringo que tenía un gato en su falda y lo acariciaba mientras tomaba café. Así es la cosa, con el tiempo uno se va flexibilizando. El Edo fue a subir un cerro que es como el Santa Lucía, mientras yo me quedé trabajando en la guest house. Llegó sincronizado cuando yo estaba terminando de mandar los mails.
Ah! es chistoso que el hotel pituco que reservamos esté justamente en la misma calle en que está la guesthouse en la que nos estamos quedando, lo que descubrimos al doblar la esquina, justo después de hacer la reserva.
La gente acá tiene unas costumbres bastante molestas. Escupen mucho en la calle, en el bus, en cualquier parte. Se suenan con la mano, se intrusean la nariz profunda y concienzudamente y se pican los dientes.
Hemos tomado pocas fotos y resulta que como dice el Edo, aquí las fotos pasan a cada rato. Igual uno quisiera retratar más de lo que finalmente lo hace, más que nada, por respeto. Bien, las mejores fotos son siempre las que no se toman.

04 de enero de 2010

Qué viaje, mai goch. Se suponía que el pasaje que compramos era para un bus VIP, pero era una micro cualquiera en la que te daban una frazada como gran cosa.
En la van que nos llevó a la frontera ya habíamos andado más o menos con el olor a pata infernal, pero en la micro el malestar se elevó al cuadrado. Entre olores varios y sacos de arroz emprendimos un largo y enrevesado viaje que duraría 20 horas. Menos mal que la ucraniana guapa nos dejó sentarnos juntos y lamentablemente para ella, que quedó junto a la única oriental que daría múltiple uso a la bolsita que nos entregaron en caso de mareo.
Dormimos a ratos, como palo. Mis pobres piernas y moretones se resintieron. No es recomendable hacerlo de nuevo, pero no deja de ser interesante haberlo hecho porque vimos cosas que de otra manera imposible. Laos es pobre, pobre. Al empezar el camino me pareció igual a nuestra pobreza chilena, pero no, no es igual, más que nada porque durante horas y kilómetros el panorama sigue igual. Gente en los patios haciendo fuego, entre pollos y perros, de pies decalzos, vestidos con lo que haya... pero igual celebrando a veces, incluso subiéndose al bus a repartir chela despidendo a una que se iba. En eso si se parece a  nuestra probreza: se comparte lo poco que se tiene y se riega con copete para paliar la carencia.
Yo pensaba en muchas cosas mientras el viaje seguía. Pensaba en mi ansiedad e inseguridad, en mi cuerpito adolorido, en lo inseguro del camino y de las condiciones en las que viajábamos, en lo miedosa que me pongo con lo nuevo y distinto, y en la aventura que todo esto implicó.
Cuando llegamos finalmente al terminal de Luan Prabang seguía siendo todo más bien gris, bastante feo y precario. No habíamos cambiado plata, y como siempre, el Edo lo resolvió pagando en Baths (lo que antes habíamos aprendido con el amigo que nos tendió  una mano en la parada para comer) al tuk tuk que nos trajo al hospedaje que ni siquiera habíamos reservado, pero que logramos obtener. Esta parte de la ciudad sí que es bonita y tiene un olor temucano que nos encantó. Tomamos un desayuno rico y empezamos a disfrutar de lo tranquilo y hermoso que es Laos, al fin. Gracias a la influencia francesa acá tienen un muy rico pan y pastelería. Bacán! Estaba chata del arroz.

03 de enero de 2011

Al día siguiente hicimos 10 mil trámites y luego nos fue a buscar una van para llevarnos a la Frontera con Laos. El viaje fue relativamente rápido, nos llevaron a pasear a un templo blanco y enceguecedor del que no recuerdo el nombre. Nos dejaron en un paradero-peladero en el que nos explicaron de manera suscinta cómo cruzar hasta la frontera y obtener la visa. Todo tenía un aire tránsfugo aunque sólo era por ser precario. Nos dieron un mapita hecho a mano que indicaba que había que caminar hasta la esquina, dirigirse a las lanchas en el río, cruzar el río, llegar a la policía y obtener la visa, y buscar luego en la esquina siguiente a la hermana del señor que nos entregó el mapa para que nos contactara con quién nos llevaría al bus hacia Luan Prabang. Yisus!.
Ya po. Yo seguí al Edo como oveja asustada. Tiritona al subirme a la lancha. Tiritona al llenar los papeles para la visa. Todo me hacía poner y parecer sospechosa... no sé por qué le tengo tanto miedo a la autoridad fronteriza. Pasamos ok, ahora teníamos que buscar a la hermana tal que nos conectó con un señor que nos llevaría en su tuk tuk hacia al bus, el que si que era tránfugo, parecíamos un grupo de espaldas mojadas transpirados y apilados.
Llegamos al bus VIP. Una carcacha a la que le estaban ventilando el motor probablemente por sobreuso.

02 de enero de 2011

Casi nos quedamos sin poder cocinar, pero para variar el Edo se las arregló para lograrlo igual. Ayer dormimos ene, desde después de almuerzo hasta hoy a las 3 AM, hora en que nos despertamos sin poder volver a conciliar el sueño. Hicimos de todo hasta las 7.30, hora en que sirven el desayuno. Leímos,escribimos, vimos TV, fuimos al baño como 6 veces, nos duchamos, en fin. Luego del desayuno los planes eran:
- enviar por correo las hermosas tarjetas que compramos
- sacar plata
- averiguar lo del viaje de mañana
- tomar hora para cocinar
- ir al masaje
- ir a cocinar
- ir al mercado
Todo nos resultó finalmente. Hay que señalar que escogimos como lugar para sacar y cambiar plata un negocio de imagen corporativa morada...sospecho que esto se relaciona con que éste es el color de la línea aérea ThaiAir, que tanto nos gustó y tan bien nos trató, lo que pegoteó para siempre nuestra confianza con lo morado.
Debo decir que lo del masaje fue una experiencia atroz. Demasiado dolor, demasiado. Una tortura creciente de una hora. Nunca logra ser bueno, siempre duele, y uno siente que tiene un problema grave. La masajista era una flaca huesuda que me pellizcó sistemáticamente y clavó sus dedos y codos de aguja en cada espacio de mi espalda y cuello sin piedad. Me dijo que mi problema era que trabajaba mucho en el computador (como si no lo supiera) y que si ella viviera en mi país me masajearía odos los días para resolverlo. Yo no podía dejar de pensar en que la odiaba y quería puro pegarle una chuleta.
Cuando el "masaje" terminó, fue un alivio. Tal vez eso es lo que se pretende: te relajas de sólo pensar en que la tortura terminó. La masajista del Edo era una gordita que se reía a cada rato. Yo no ví qué le hacían, pero según lo que me dijo, el resultado fue igualmente doloroso para ambos.
Confirmamos que el mercado callejero era hoy y que toda nuestra cuadra se llena de cosas para vender. Así que a la vuelta de cocinar, podremos deleitarnos en la onda "to shop".Ya había un par de sucuchos lindos abiertos y ya me fui en la volá y me gasté mi pre-supuesto para ese día. Bueno, qué se le va a hacer, con masaje o sin masaje, uno es lo que es no más.
Antes de ir al mercado fuimos a nuestra clase de cocina tai, Nos pasaron a buscar y nos dejaron en manos de una linda y sonriente tailandesa que según nosotros era la mismísima que aparecía en la publicidad de la escuela. Fue entretenido, nos reímos mucho, aunque el grupo curso era más bien cerrado y serio. Los europeos son fríos, y los autralianos pior.
Fueron impresionantes los sabores que probamos y las mezclas que son producto de la sabiduría de esta antigua cocina. La comida nos quedó rica, rica. La profe nos llevó a una feria para mostrarnos en vivo y en directo y comprar los ingredientes que usaríamos. También nos llevó a su huerta orgánica a probar hojas, raíces, brotes y otras diversas cuestiones que con algo de suspicacia a veces aceptamos degustar y otras solamente olorosamos.
De guata llena y corazón contento nos encaminamos al mercado. Puta la weá entretenida, demasiado masiva. Cuadras y cuadras de comercio, lleno de puras cuestiones chorísimas, pero era imposible imbuirse en ellas como queríamos debido a la horda de gente que caminaba a paso de hormiga por unos pasillos de verdad imposibles. Cansadísimos, nos dimos por vencidos y nos fuimos a la casa. No compramos la marioneta que tanto quiero.

01 de enero de 2011

Finalmente estuvimos en el aeropuerto de Melbourne desde las 11 de la mañana hasta las 18.30, hora en la que salimos para Bangkok. Fue un viaje largo y duro, de 9 horas, aunque nos dieron harta comida de verdad estábamos agotados.
Yo tenía ya algunas picaduras de zancudos y otros producto de mi atracción fatal hacia los insectos...las que tenía en la pantorrilla estaban feas y se pusieron peores. Me salieron un par de ampollas gigantes que no mejoraron las cosas.
Llegamos a Bangkok tardísimo, de madrugada. Tratamos de ver qué hacer con los pasajes perdidos a Chiang Mai, pero las oficinas estaban cerradas ya que eran las dos de la mañana hora local. Eso nos significó esperar hasta las 5 AM, vagando por el aeropuerto, sin saber si lograríamos o no conseguir pasaje, ya que según la información on line de las líneas , no habrían vuelos sino hasta las 17 hrs. Yo estaba cansada y adolorida de mis ampolllas y el Edo ajetreado de un lado para otro buscando soluciones. Es mi héroe.
Como nota al margen puedo decir que el aeropuerto de Bangkok es bastante grande y que el policía que me dio visa para entrar me agarró pal webeo, cantando "Chi-chi-chilean". No le caché la sutileza de su humor.
Finalmente logramos viajar a las 6 de la mañana con Thai, la misma línea en la que perdimos el vuelo el día anterior. Ellos, con costo cero nos ubicaron en otro vuelo, que estaba inicialmente lleno pero en el que mágicamente se desocuparon dos asientos. Había bastante más gente en lista de espera, al igual que nosotros, pero por alguna bendita razon nos dieron preferencia. Recuperamos la suerte!.
La aerolínea THAI da aguna impresión general de los tailandeses: muy coloridos, suaves, sonrientes. Fue un vuelo corto, cómodo y reconfortante.
Llegar a Chiang mai fue raro un poco. Lo encontré parecido a Santo Domingo, República Dominicana un poco. Es bien desordenado y bastante sucio, pero tiene justamente ese mismo encanto. El hotel en que nos quedamos es una maravilla, limpio, oloroso, lindo.
Llegamos el día de año nuevo, y la verdad aunque estábamos reventados, salimos de inmediato a recorrer. En la noche parecíamos dos trapos, pero nos pusimos lindos y salimos a buscar donde celebrar.
En el camino, me tropecé y me saqué la chucha. Sumé a mis ampollas del pie derecho, la rodilla derecha y el pie izquierdo moreteados e hinchados como sapo. No estaba terminando muy bien el año, pero claramente debido a que estaba pasando por todos estos cambios demasiado rápido. Nota mental-corporal:tengo que darme tiempo.
Después que me caí, me dio por llorar. El Edo estaba entre nervioso y enojado y yo me sentía una total molestia. En eso nos encontramos con lo de los globos de papel, e inmediatamente compramos y encendimos uno y lo tiramos al cielo. Yo pedí por nosotros, y se me fue pasado la sensación de porrazo y demás.
Los lugares para cenar estaban llenos y sin espacio. Caminamos bastante y finalmente encontramos un cafecito en el que una familia estaba disfrutando de su cena y en el que cordialmente nos convidaron a entrar. El que atendía era el dueño, Tao, un tipo encantador que nos acogió como si fuéramos parientes; nos tomamos unas chelas, que era lo único etílico que podía vender, pero para acompañar nos dio de comer gratis de su propia comida, nos pasó hielo para mi rodilla, con una amabilidad genuina y la cara llena de risa.
Cerca de la hora del año nuevo tratamos de irnos a otro lugar, con vista al río, pero finalmente terminamos volviendo donde Tao, porque lo que no tenía en vista lo tenía en corazón, y era lo que en ese momento necesitábamos más que cualquier otra cosa. Nos invitó a un puente que estaba cerca para mirar los fuegos artificiales, y siendo las 0.00 hrs., fuimos los únicos que se abrazaron. Le enseñamos la tradición a Tao y a su mujer, con guagua incluida, quienes recibieron los abrazos algo incómodas pero entregadas.
Antes de esto habíamos encendido dos globos más, uno más por nosotros y otro por la familia y amigos. Eran tres originalmente, pero el Edo le regaló uno a unos gringos de procedencia fonéticamente desconocida que estaban tan entusiasmados como nosotros.
Volvimos al hotel temprano, pero contentos. Sin duda, fue un año nuevo especial, aunque absolutamente arbitrario, como dijo el Edo.
Qué más... bueno, andar en TUK TUK es una experiencia interesante. Uno va echado para atrás y entregado a las maniobras de quien va al volante. Es demasiado pintoresco. Cada tuk tuk te cobra de acuerdo a lo que necesita o bien a lo que percibe puedes pagar yo creo. Por el mismo trayecto, hemos pagado desde 50 a 200 baths.
Nadie cacha a Chile por acá. De hecho, creemos que somos casi los primeros y únicos, ni siquiera figuramos en la lista de los códigos para hacer llamadas al extranjero.
Los templos me impresionan. Son reverenciosos los Tai, saludan de palmas juntas e inclinación, hay que sacarse los zapatos para entrar a los templos, casas, negocios y según el Edo, al caminar sobre pisos de madera. Es probable que sume a mi lista de heridas y lesiones un par de hongos de pie.
En el último templo que visitamos hoy un monje se me acercó, me dio la bienvenida y me preguntó el nombre dos veces."Carolina" debe ser bastante incomprensible, tanto o más que su propio nombre, que logré repertir en ese mismo momento y que al segundo siguiente se me olvidó por completo. Según el Edo el monje se enamoró perdidamente de mi y quería que puro me quedara a vivir con él.
En ese mismo templo, de repente vimos a un señor que estaba sentado entre medio de un conjunto de esculturas a escala, meditando. Creemos que era un monje importantísimo. Parecía inerte, lo único que lo diferenciaba de las esculturas era el color. Me da risa la que fue nuestra reacción, como de miedo, respeto e instinto de huida al chancho.
Se ofrenda comida, flores y plata. Yo quería mucho dejar una ofrenda como la gente, pero sólo teníamos algunas monedas huachas, que le dejé a una estatuilla en la que budha figuraba de jarra en mano.
Caminando fuimos a una feria en la que descubrimos la verdad de las cosas, la trastienda. Olores intensos, precariedad, descomposición, suciedad... hay un olor en particular que me carga, pero está presente en un par de comidas que venden habitualmente en la calle. Parece olor a ropa percán cocida, al parecer es un tipo de cebollín o tubérculo, aún no lo descubro.
Fuimos a almorzar a un restaurante super pituco y nos dieron a probar distintos tipos de carne, entre ellas, una que no lográbamos identificar y que al preguntar era "polk".No me gusta como comen el pescado acá, porque es procesado, no fresco. El arroz lo comen para todo, y sin gota de nada. Esta comida nos salió como 15 lucas y es lejos lo más caro que hemos pagado en chiang mai, donde en general todo cuesta alrededor de 1500 pesos.
Pucha, no he logrado encontrar artesanía que me guste, excepto por unos zapatos que me encataron pero no estoy segura de lograr pasar por el aeropuerto porque tienen un tejido con una especie de cáñamo en la suela.
Parece que mañana vamos a tomar clases de comida tai, que es algo que el Edo quería hacer desde Chile (junto con subirse a un elefante).

30 de diciembre de 2010

A un día de haber llegado no tengo muy claro cómo son los australianos, tal como me pasó co los parisinos. Nos despertamos de madrugada a las 5. Sin poder volver a dormir, decidimos levantarnos e ir al mercado, lo que hicimos a las 6. Había ya bastante movimiento en la calle, el mercado es bonito, limpio y surtidísimo, aunque hay palomas. Es caro vivir, comer y hasta tomar agua, es ridículo que sea más barato tomar cocacola.
Estoy en el aeropuerto esperando el vuelo a Bangkok y acaban de decir que viene con tres horas de retraso. Estamos desde las 11 de la mañana acá, el vuelo era a las 14 y vamos a partir a las 17, horror! pero es obvio que este tipo de cosas pasan... el problema es que vamos a perder el vuelo a Chiang Mai, el Edo anda viendo qué onda. Mientras miro a la gente que me rodea y escucho su buena cumbia en el pendrive, siento que soy lejos la más tropical que hay acá, hasta que se nos acerca un moreno y nos cuenta que es colombiano.

Qué puedo decir por mientras. Ah! Hay una parte de Melbourne que me recuerda a Santiago, y aunque no explícitamente, uno igual se siente algo discriminado a veces, con algunas personas. Hay diseño, pero poco y probablemente focalizado en algunos lugares, tengo que buscarlo. Tengo ganas de teñirme el pelo, por lo que he visto acá se usa el pelo blanco con negro y los zapatos de bruja. No tengo ni lo uno ni lo otro. Tengo la ilusión de que alguien vea mis aritos y prendedores y quiera venderlos, pero es sólo una ilusión. Vi una peluquería y me dieron ganas de trabajar de lavapelo, pero igual necesito algo más de idioma.
He visto sólo un par de cosas que quisiera tener. Un bambi fucsia y unas cajas impresas vintage, ambos objetos cerca del mercado. Me interesa-urge ir a Ikea, apenas volvamos del sudeste asiático pretendo ir.
Aplicamos para un departamento en conjunto de edificios que se llama Unilodge. Nos gustó harto, ojalá que resulte. Es caro el arriendo, sale 340 dólares australianos a la semana.
Son las 14.05. Mejor ni miro la hora porque parece que el tiempo no pasara.
Los australianos manejan al revés, como los ingleses. Eso significa que en las calles el tránsito es todo raro y uno está en permanente peligro de atropello. Los semáforos cambian de verde a rojo de repente, y uno queda como idiota a la mitad de la calle sin saber qué hacer. Tienen sonidos para los no videntes, cuando está para cruzar suena "Chiú", como pistola de marciano y le sigue un golpeteo rápido tipo tap "pacapacapacapacapá"... al igual que el cambio de luz, se corta de repente y uno cree que la vida termina.
El jet lag es duro. Uno tiene un cansancio profundo y le entran ganas de dormir en cualquier parte.
El primer taxista que nos tocó era australiano y poco conversador. El indio que nos tocó en este pique hablaba hasta por los codos y tenía una risa como de cabro chico. Yo le entendía poco, pero el Edo dele con meterle cháchara.

29 de diciembre de 2010

Llegamos a Melbourne de madrugada, con la sensación de que era tarde, muy cansados, como con la caña. Cuando salimos del aeropuerto y todo resultó bien nos sentimos aliviados. Yo había estado angustiada en la noche y antes de llegar, pensando en qué pasaría, pero cuando llegamos al hotel y salimos a dar una vuelta, mi preocupación se fue despejando, la cuidad se me hizo familiar y empecé a sentir que tal vez 8 meses sería poco tiempo.
La gente es amable y casi simpática, aunque no nos pescan mucho.
Los tíos de Rana, nuestro contacto para dejar las maletas antes de partir al sudeste, resultaron ser super amistosos y nos regalonearon ene. Casi nos planificaron la estadía entera con asados, viajes y paseos. Me parece excelente tenerla oportunidad de conocerlos, uno siente que no está desvalido.
Eduardo se tira a conversar en inglés en cuanto tiene la posibilidad. Yo estoy bastante bloqueada aún, se me olvidan las palabras y dudo todo el tiempo. Tampoco entiendo mucho, pero sí la mayoría. Tego que aplicarme para mejorar y poder hablar luego, porque de los contrario soy una lata.

27 de diciembre de 2010

La primera buena noticia:
Fue chistoso. Cuando demoró la encargada del check-in con nuestro boleto, temimos lo peor. Efectivamente al parecer el vuelo estaba sobrevendido. Bromeamos diciendo que nos moverían a business class y yo dije "te imaginai? nos digan 'pero sólo tenemos un asiento'"... decidimos cagados de la risa que si nos tocaba, lo repartiríamos. Dicho y hecho: le tocó el asiento en ejecutiva al Edo. Él partió y cenó allá, y luego, a media madrugada fue a buscarme, cambiamos y terminé de dormir y desayuné allá. Las azafatas estaban todas cocorocas por el gesto de mi marido, tan tierno, preocupado, que quería renunciar al privilegio para estar conmigo... en fin, puras flores.
Hay que decir que es otra cosa primera clase, pero más que nada, por poder dormir horizontal. Igual en la cola del avión no estábamos tan mal porque el que iba a mi lado, tras hacer gestiones para cambiarse y quedar con su pareja, dejó el asiento desocupado, lo que agregó algo de espacio para el estiramiento ocasional.Era cuático pensar que el Edo iba tan adelante y yo tan atrás, las fantasías de LOST me bombardearon el seso un buen rato. Qué idiota.
Llegamos al aeropuerto de Nueva Zelanda para hacer trasbordo, y nos impresionó. De entrada, encontramos a la gente muy amable, todos más bien viejos. Pero el  del check-in era un pesado. A un grupo de chilenos les hizo problema y luego retonéo al Edo con esto de que los "latinoamericans", todo porque no cachamos un procedimiento se hizo entero mala sangre. No nos atrevimos a confrontarlo al percibirnos en una relación tan vertical, aunque estábamos en nuestro derecho de hacerlo y podríamos haberlo acusado de actitud discriminatoria.